CONTRA LA EFICIENCIA ECONÓMICA
Uno de los argumentos que utilizan los defensores del capitalismo para atacar a los planteamientos económicos colectivistas y planificados es el de la mayor eficiencia de la propiedad privada. Si los medios son de todos, dicen, nadie se preocupará por evitar el derroche y asegurar el uso eficiente de los recursos.
Pues bien, este argumento, además de falso, es desde mi punto de vista irrelevante para decidir sobre el modelo económico deseable para la sociedad.
La falsedad del argumento la trataré otro día, me limitaré a indicar que desde el punto de vista teórico liberal el capitalismo actual no es una sociedad de libre mercado, sino de competencia monopolística, ineficaz por definición. Baste también ver el ejemplo de la revolución industrial producida en Rusia que pasó de un país tercermundista a ser la segunda potencia en tiempo récord, o preguntarse por qué en la II guerra mundial, cuando de la capacidad productiva dependía la propia vida, Inglaterra centralizó su economía.
Pero yendo a la mayor: ¿debe ser la eficiencia económica uno de los objetivos principales de un sistema económico? Yo lo tengo claro: no.
La eficiencia (energética, económica o en cualquier sentido) es la relación entre el producto obtenido y los recursos empleados. Desde el punto de vista de la empresa privada es evidentemente un factor importante porque permite al dueño aumentar sus margen con una capacidad de inversión normalmente limitada, el capital de que dispone para aportar a la empresa.
Pero, si consideramos no el beneficio de una empresa concreta sino el funcionamiento de la sociedad en su conjunto, la imagen cambia de forma radical. Los tres recursos productivos clásicos trabajo (recursos humanos), tierra y capital (en forma de sistemas productivos y materias primas) están claramente infrautilizados.
El trabajo: cientos de millones de seres humanos no producen por falta de trabajo, o producen con medios absolutamente primitivos estando claramente desaprovechados. Es más, cruzan mares, ríos y montañas en cayucos, a nado o escondidos en camiones para llegar a donde se les explote. Y muchos mueren en el intento.
La tierra: puede que haya un problema en ciertas partes de Europa, pero medio mundo está vacío. Ved un mapa de población de China, África o incluso Castilla y León.
El capital: en este aspecto sólo la disponibilidad de materias primas, y sobre todo de algunas muy concretas como la energía, los derivados del petróleo o la madera, presentan un problema de escasez. Sin embargo, aún en este caso una economía racionalizada y planificada tendrían un amplio margen. Hoy en día la energía la malgastamos en mover transportes privados que gastan más en transportar el coche que la carga que llevan, no usamos sistemas eficientes en energía... y el reciclaje y el uso de materiales y energías renovables están aún en pañales.
No pretendo decir que haya que esquilmar hasta el último recurso del planeta y acabar con cada rincón natural para volverlo productivo. Sin embargo, en el nivel actual de producción, con un reparto decente de los producido el mundo entero podría vivir dignamente.
Teniendo en cuenta que enormes cantidades productivas permanecen inutilizadas, incluyendo millones de personas que pasan hambre y calamidades por esa causa: ¿Qué sentido tiene centrarse en la eficiencia del uso de unos pocos recursos, mientras mantenemos inutilizada tal cantidad?
En el fondo es como la memoria de los ordenadores. Antaño, cuando se funcionaba con ordenadores de 64 o128 ks era fundamental que cualquier aplicación fuese eficiente al máximo en el uso de la memoria, pues de lo contrario no funcionaría. Pero hoy en día, ¿elegiríais un sistema operativo por el espacio que ocupa en vuestro disco duro, cuando tiraréis el ordenador con decenas de gigas sin usar?
No nos dejemos confundir, nuestro objetivo no es la eficiencia, sino una vida digna y feliz.
3 comentarios
Pavoguze -
Cbuwunedud -
Ahtorn -
Por supuesto que debes hablar también de la falsedad del argumento. Tenemos ejemplos a patadas. Pero lo fundamental reside en una idea que una vez le leí a Javier Ortiz: el dueño de la propiedad privada solamente se interesará por maximizar sus beneficios, minimizando para ello cuanto le sea posible la calidad del servicio, la seguridad de los empleados (en todos los sentidos), etc.